En la primera parte de esta entrada explicamos los orígenes del mercado de los diamantes. Tras unos primeros años en los que hubo varios protagonistas en esta historia, una sola empresa consiguió controlar toda la oferta. El cártel que fijaba los precios del mercado fue cada vez más poderoso pero se enfrentó a varios retos para mantener su estabilidad.

En esta segunda parte explicaremos algunos de los problemas a los que se enfrentó la industria, entre ellos, una demanda insuficiente y numerosos conflictos bélicos.

Buscando nuevos mercados

En numerosas ocasiones el cártel tuvo dificultades para mantener sus beneficios. Una forma simple de hacerlo consistía en retirar diamantes del mercado, de forma que la supuesta escasez mantuviese los precios altos.

Sin embargo, en un contexto económico como el de la Gran Depresión de la década de 1930, la demanda de bienes de lujo había caído por los suelos y atesorar crecientes reservas de diamantes implicaba un alto coste financiero. De Beers debía estimular la demanda y para ello lanzó una amplia campaña propagandística. El emplazamiento del producto en las comedias románticas de Hollywood fue clave y a principios de la década de 1940 regalar diamantes de compromiso se había convertido ya en una tradición. Fue a finales de esa década cuando se acuña el famoso eslogan “A diamond is forever”.

La búsqueda de una mayor demanda para una producción creciente se trasladó en las décadas siguientes al mercado japonés. No obstante, a finales de la década de 1990, y con un monopolista cada vez con más problemas para controlar la oferta, la necesidad se situó ya no en aumentar la demanda de diamantes, sino en la demanda de diamantes marca De Beers. El cártel debía seguir vivo y para ello el monopolista debía ofrecer a sus miembros formación, inteligencia y marketing.

Más recientemente, la Gran Recesión supone un nuevo hundimiento de la demanda. A la crisis económica hay que añadir que las preferencias de los consumidores de hoy en día distan mucho de las de los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Además, la reputación de los diamantes quedó muy dañada por los conflictos bélicos que rodearon al sector.

Los «asuntos» geopolíticos

Mantener el cártel en pie no solo fue complejo por motivos económicos. Numerosos conflictos armados y geopolíticos han tenido relación con el mercado de los diamantes.

Dado que tienen usos industriales, las gemas eran muy codiciadas por las tropas nazis, que las necesitaban para fabricar armamento. Aunque De Beers había dejado de vender diamantes al gobierno nazi, este seguía abasteciéndose desde algún sitio, así que el gobierno de EE. UU. inició una investigación en el Congo para esclarecerlo.

Algo parecido ocurrió, años más tarde, con la URSS. La investigación abierta, esta vez con exagentes del MI5, destapó una red de contrabando ajena al control del monopolista, con diamantes de Sierra Leona que se vendían a través de Liberia.

Numerosos han sido los problemas en los países productores de diamantes. Por ejemplo, en la década de 1950 estalla el conflicto en Sudáfrica por el sistema de segregación racial. Este conflicto provocaría que, oficialmente, la URSS abandonase el cártel años más tarde.

Durante la guerra civil en Angola, que se inició en 1975, ambos bandos buscaron dominar los recursos naturales del país para financiarse. El contrabando de diamantes ilegales fue clave en esta guerra. El papel del cártel en relación con los conocidos como diamantes de sangre fue ampliamente cuestionado. El proceso de Kimberley, que limitó el tráfico de diamantes ilegales, fue determinante en el final de este y otros conflictos armados en Liberia y Sierra Leona. En este proceso participaron industria, gobiernos y activistas.

Las leyes de defensa de la competencia

Sabemos que el monopolio tiene efectos negativos sobre el bienestar de la sociedad. Para reducir o eliminar dicha ineficiencia puede recurrirse a la intervención pública. Las políticas que se puedan aplicar estarán condicionadas por el tipo de monopolio al que nos enfrentemos. En concreto, si estamos o no ante un monopolio natural (el originado cuando existen economías de escala en la producción).

En el caso del monopolista de diamantes y otros «no naturales», las políticas públicas van orientadas a prevenir o eliminar esta situación. Para ello se desarrollaron las políticas de defensa de la competencia o antitrust.

Aunque De Beers ya había tenido problemas con las autoridades de la competencia estadounidenses, fueron las de la UE las que dieron la puntilla al monopolista. Acusado de fijación de precios, la UE exigía la salida del cártel de la compañía pública rusa ALROSA. Las negociaciones con la UE acabarían con la claudicación del monopolista: la cuota de mercado de De Beers pasaría de un 70 % de la producción mundial a un 40 %.

Como vemos, los monopolios no son eternos. En su disolución pueden jugar un papel relevante las autoridades de defensa de la competencia, pero también la tecnología.

El progreso técnico hace tambalear el negocio

Volviendo a las barreras de entrada, algunas de ellas, como la superioridad tecnológica, no garantizan la supervivencia del monopolista a largo plazo. El progreso técnico puede también amenazar a monopolistas que controlan recursos escasos.

En las últimas décadas, la fabricación de diamantes sintéticos en laboratorios ha supuesto una auténtica amenaza para la industria de diamantes naturales.

Aunque los primeros intentos se remontan a la década de 1950, la tecnología CVD está permitiendo unos resultados mucho mejores. Unos nuevos diamantes sintéticos que química, óptica y físicamente son idénticos a los naturales y, además, cuya producción es éticamente aceptable.

El otrora monopolista intenta acabar con la industria de diamantes sintéticos, pero ante una demanda debilitada, que percibe negativamente el producto y con unas preferencias que poco tienen que ver con las de hace 50 años, decide diversificar el negocio. De Beers crea una línea de negocio con diamantes sintéticos que presenta como bisutería mientras que procura incrementar la reputación de los diamantes naturales, reservados para ocasiones especiales.

Disuelto el monopolio, ya no funciona la estrategia de limitar la oferta para incrementar precios y beneficios. La empresa debe ahora mantener sus precios y estrechar sus márgenes de beneficio para seguir asegurándose su liderazgo en el mercado.

P.D.

El eslogan al que hacíamos referencia antes fue utilizado por De Beers hasta la década de 1990. Algunos de los lectores recordarán este anuncio.

La música que acompañaba al anuncio es la suite Palladio, compuesta esa misma década por el músico galés Karl Jenkins. El compositor es especialmente conocido, además de por esta obra, por una composición posterior sobre El hombre armado. Con el subtítulo “Una misa por la paz”, la obra pretende hacernos reflexionar sobre los horrores de la guerra.

No deja de ser irónico que el compositor pueda ser ampliamente asociado con un producto como los diamantes, marcados por un pasado tan controvertido.

Referencias

Brown, D. (Anfitrión). (2020). Diamond Wars. https://wondery.com/shows/business-wars/season/38/

Krugman, P., Wells, R. y Graddy, K. (2015). Fundamentos de Economía, 3ª ed. Editorial Reverté. Capítulo 8.